domingo, 8 de diciembre de 2013

Ahora toca ir por los aires


No ha pasado tanto tiempo desde la aparición de los primeros vehículos autopropulsados allá por el siglo XVIII; coches muy pesados, ineficientes y ruidosos que no salían rentables para la mayoría de personas porque un caballo andaba más rápido. Los coches que ahora se fabrican son más silenciosos, eficientes y ligeros; sin embargo, ninguno puede volar hasta el día de hoy.

Carlos Matilla, estudiante de ingeniería naval y aeronáutica, ya ha planteado el prototipo del primer coche volador español. Este coche bautizado como “Helikar” puede llegar a volar más de 1000 metros de altura y alcanzar una velocidad de 430 kilómetros por hora con una autonomía de mil kilómetros usando como combustible queroseno, el mismo que emplean las aeronaves. Pesa 700 kilos y puede llevar a dos personas con 40 kilos de equipaje. Para su manejo, el conductor dispondrá de la ayuda de un piloto automático y en el caso de accidente en el aire, un paracaídas hará que el coche caiga suavemente, con tiempo suficiente para desalojar la zona de impacto.

Fascinante, ¿Verdad? El proyecto de este joven ingeniero español se podría llevar a cabo si se invirtiera en él, pero en estos momentos el país está como está. De hecho En EEUU están muy sorprendidos con el modelo y no entienden por qué aquí nadie todavía haya dado el paso. Pese a todos estos inconvenientes, es muy probable que en unos años veamos por el cielo coches así.

Las ventajas de tener un coche así parecen evidentes: menos atascos y menos tiempo de conducción. No obstante, pienso también en los inconvenientes, que no se mencionan demasiado: el precio del coche y del combustible son algo elevados, repostar el coche supondría ir a un sitio especial, si ocurriese algún fallo en el sistema del coche podría caer en picado y ocurrir una desgracia importante…

Aun así, parece increíble que en poco tiempo hayamos pasado de la ficción a la realidad. Si ya lo dijo Einstein: “Nunca pienso en el futuro. Este llega lo suficientemente rápido”. No le faltaba razón.
Daniel Martínez, 2º Bach-C

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