martes, 21 de enero de 2014

"La homosexualidad es una deficiente sexualidad que se puede normalizar con tratamiento"


Al igual que me pasó a mí, seguro que a más de uno le habrá sorprendido la frase del título. Fue la explicación del arzobispo de Pamplona durante una entrevista para un periódico tras haberle preguntado sobre este tema. Lo más lamentable es que no solo dijo eso, sino que siguió dando hachazos: "No es ofensa, es estima; cuando una persona tiene un defecto, el buen amigo es el que se lo dice". "Yo tengo hipertensión, ¿me voy a enfadar porque me lo digan? Es una deficiencia que tengo que corregir como pueda".
Cada vez que lo leo, me impacta aún más. Me resulta totalmente increíble que a estas alturas, con tanto progreso y avance (y más con el papa que hoy día hay que, comparado con otros, es supuestamente un buen ejemplo a seguir por los que se dedican a ello), siga habiendo gente que piensa de esta forma tan radical y sin respeto. ¿Cómo va a ser la homosexualidad una enfermedad si no se asocia a ningún factor biológico? Parece muy obvio pues incluso en la Antigua Grecia ya se llevaba a cabo pero parece ser que todavía no está lo suficientemente claro. ¿Acaso no somos libres? 
Además, aseguraba que la sexualidad tiene una estructura y un fin, que es el de la procreación. Pero del hecho de que la sexualidad haya evolucionado como medio para la reproducción, no se sigue que cualquier relación sexual deba tener como objetivo la procreación. De no ser así, también sería una deficiencia desear y mantener relaciones sexuales con una persona de diferente sexo al de uno mismo sin tener ninguna intención reproductiva, cosa que nos convertirá a todos en deficientes.

Si no se cambia el pensamiento desde hace siglos, si estos son los nuevos tiempos que nos esperan, si no se progresa.... En definitiva, es la clásica historia de siempre: las relaciones solo son moralmente aceptables si se tiene como fin la procreación.

Isabel María Dólera, 2º BH A

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