La extensión de las llamadas redes sociales nos ha llevado a la obsesión por la comunicación rápida, por la participación virtual masiva, sin implicaciones reales, por aquellas simulaciones o correspondencias en el mundo virtual. Por ejemplo: los amigos de Facebook no son amigos; la amistad es una experiencia humana que requiere aspectos y correlaciones que sólo pueden darse en el mundo real, no a través de pantallas digitales en la que todo se simula. Nadie puede saber a ciencia cierta si es nuestro amigo/a, conocido/a, novio/a o familiar el/la que está al otro lado de la pantalla.
Hemos de tener claros sus peligros y sus limitaciones, y hacer un uso racional y equilibrado de ellas, ya que esta revolución tecnológica que nos rodea abarca casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Vivimos pendientes de la última publicación, del último dato, renunciamos a la capacidad autónoma de reflexión, de elaborar y extraer conclusiones, y todo ello incide en nuestra capacidad crítica de analizar los acontecimientos, hechos y opiniones.
En conclusión, no debemos ser enemigos de las redes sociales de Internet y de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, pero no debemos abusar de ellas, entendiendo que representan sólo un instrumento más, una herramienta poderosa que viene a ayudarnos en nuestra tarea, que nos proporciona ventajas, pero que en ningún momento puede sustituir a otras actividades reales.
Taty Navarro Vicente 2º Bachillerato A
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