Da comienzo el nuevo curso 2015-2016. Viene cargado de nuevas promesas, de nuevos retos, de nuevos horizontes y renovados esfuerzos. También de temores, pero sobre todo de resucitadas esperanzas. Entre los Escila y Caribdis (monstruos marinos de la mitología griega situados en orillas opuestas de un estrecho canal de agua, tan cerca que los marineros intentando evitar a Caribdis pasarían muy cerca de Escila y viceversa.) de la pertinaz crisis que nos atenaza (moral y económica) y la incierta ley educativa que inauguramos a bocajarro, alienta -eso siempre y que no decaiga- la inmarcesible ilusión que nos mueve a educar y ser educados, a enseñar y aprender, a trabajar y progresar.
Adelante, pues, con el nuevo curso escolar que hoy despunta como aurora boreal que al tiempo nos sorprende y alcanza con su sorprendente belleza.
Sirvan de introito estas hermosas palabras del poema "En la plaza" de Vicente Aleixandre:
Entra despacio, como el bañista que, temeroso,
con mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se decide.
Y ahora con el agua en la cintura todavía no se confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos
y se entrega completo.
Y allí fuerte se reconoce, y se crece y se lanza,
y avanza y levanta espumas, y salta y confía,
y hiende y late en las aguas vivas, y canta, y es joven.
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